martes, 3 de abril de 2018

PERÚ: ENSEÑANZAS DE LA CAÍDA DE KUCZYNSKI



PERÚ: ENSEÑANZAS DE LA CAÍDA DE KUCZYNSKI
Año 14 – Nº 198     Arequipa, 2018, abril 01.      http://candela3.blogspot.com
Por: Arturo Muñoz                                                       candela369@gmail.com
Las buenas ideas nunca ganan una elección, es una verdad relativa en América Latina, ligada a otra aseveración de que si las elecciones fueran revolucionarias ya habrían sido eliminadas. Con ello se quiere decir que la revolución no se puede realizar a través de un proceso electoral, porque los revolucionarios no son elegidos debido a la manipulación de las elecciones por la burguesía internacional.
En 1998, el pueblo venezolano harto de los gobiernos neoliberales eligió a Hugo Chávez como presidente, abriendo el camino electoral a las transformaciones revolucionarias. De los posteriores triunfos del progresismo revolucionario en Latinoamérica,  sólo queda en pie el MAS  boliviano. El imperialismo ya cerró la vía electoral a las fuerzas revolucionarias, sea por la manipulación del voto popular o por golpes de estado “dentro de la democracia burguesa” (usando al Congreso para derribar al presidente lícitamente electo en las ánforas).

La excepción a la nueva regla imperial es la vacancia de PPK en Perú, donde un ala de la derecha neoliberal derroca al presidente neoliberal PPK, representante de otra ala neoliberal. La explicación a esta excepción es la publicación de la multimillonaria corrupción en que cayeron todos los politiqueros peruanos neoliberales (fujimoristas, apristas; etc.) a manos de las empresas brasileñas Odebrecht, OAS, Camargo y Correa, Andrade y Gutiérrez, Queiroz Galvao. Y para salvarse los fujiapristas (Keiko Fujimori y Alan García) de la inevitable cárcel han empujado a la prisión al ex presidente Ollanta Humala y a su esposa Nadine Heredia, también presionaron al poder judicial para que ordene la captura del ex presidente Alejandro Toledo (refugiado en la Isla Tortuga de nuestra época, Estados Unidos), y hoy consiguieron vacar al ex presidente PPK (Pedro Pablo Kuczynski), con la intención de calmar al pueblo peruano que va expresando su cólera contra la corrupción, la violencia delincuencial, la explotación capitalista en las calles con movilizaciones multitudinarias.

El sustituto de PPK, el reemplazo del lobista PPK, es otro igual a él, un caimán del mismo pozo, Martín Vizcarra. Nada va a cambiar con él, las transnacionales seguirán saqueando los recursos naturales del Perú, pues Vizcarra es un politiquero que ya estuvo al servicio de las transnacionales extractivistas. La diferencia con PPK es que  Vizcarra va a ser el escudero más fiel de Alan García y de Keiko Fujimori para que el poder judicial no ordene la captura de ambos, pues hace tiempo deberían estar detenidos por corruptos; por ello, los fujiapristas festejan la caída de PPK y alaban las supuestas “virtudes” de Vizcarra.

Pero el pueblo quiere justicia, quiere ver en la cárcel a los más importantes corruptos de la política peruana, Keiko Fujimori y Alan García, además con grandes indicios de relación con el narcotráfico. Aquí vale repetir la sentencia de una obra de Shakespeare: ¡¡¡Justicia, pedís justicia…pedís demasiado!!! Pues toda la historia de la democracia representativa burguesa demuestra su ineficacia para hacer justicia. Son verdades aceptadas que la justicia burguesa es una serpiente que sólo muerde los pies descalzos, o que en el solemne acto jurídico se desnuda el poder político y el poder económico. La prueba es que los empresarios corruptos peruanos socios de las empresas brasileñas gozan de plena libertad, y no se les ha abierto siquiera investigación; salvo a un par de empresarios con mala suerte jurídica.
Los politiqueros neoliberales llevan la peor parte en comparación con los empresarios corruptos, pero esto es un decir, salvo los esposos Humala, a quien nadie defiende por insultantemente traidores, los demás políticos caminan libremente, sin mayores preocupaciones. Tanta impunidad lleva al descrédito a la democracia burguesa de privilegios, cuyas cárceles están llenas de presos sin sentencia y acusados por robos menores.


Por ello, adelantar las elecciones o esperar al 2021 para cambio de gobierno no es la real salida, menos cuando el imperialismo ha vuelto a utilizar los golpes de estado y cerró la vía electoral a las fuerzas progresistas y revolucionarias. El adelanto de elecciones o esperar al 2021 para cambiar de gobierno sólo es una alternativa válida en tanto el movimiento popular no está organizado.
Esta nueva realidad, de elecciones fraudulentas y de golpes de estado digitados por el imperio, obliga a ser prevenidos en el Perú, pues la posibilidad de un golpe de estado desde el Congreso, al estilo del dado en Honduras contra Mel Zelaya o Fernando Lugo en Paraguay, es imposible porque el pueblo peruano no aceptaría un gobierno trucho, entrando por la ventana, un gobierno de fujiapristas impuesto por el Congreso,  en caso de que gane las elecciones aunque sea una alternativa tibiamente reformista; porque para la burguesía peruana y para el imperialismo estadounidense sólo les queda recurrir al golpe militar de viejo cuño, por el desprestigio y la gran corrupción de las instituciones de la democracia representativa burguesa.

¿Cuál es la salida? Para el pueblo la puerta de salida de esta sociedad violenta, corrupta, al borde del desastre ecológico y en la que comienzan a faltar alimentos por haber destruido los valles (50% de los niños están con anemia), donde impera la explotación capitalista que condena a millones de trabajadores a subsistir con salarios  miserables; la única puerta es organizarse para arrebatar el poder a los capitalistas, a las empresas transnacionales, al imperialismo.
Hemos vuelto a la receta que por unos años no era necesaria tomar, porque en América latina era posible que los revolucionarios puedan ganar las elecciones, a pesar de las maniobras de los capitalistas, pero ahora los viejos tiempos de los golpes de estado han vuelto. Y no sólo eso, ahora el imperialismo prepara la invasión a la República Bolivariana de Venezuela, intenta liquidar físicamente a Evo Morales, líder del MAS, que ha construido el primer Estado Plurinacional en Bolivia.
La enfermedad de los golpes de estado afecta nuevamente a las sociedades latinoamericanas; esta enfermedad se agrava con la insania del gobierno republicano de Trump, que busca pelea con todo el mundo, en especial con China y Rusia. Lo cual afecta directamente a Perú, pues China es ya nuestro principal socio comercial, y hacer caso a los mandatos del imperialismo significaría perder millones de puestos de trabajo, es decir, el derrumbe de nuestra economía.
Nuestra debilidad, la debilidad de la izquierda peruana, es ideológica fundamentalmente. Los dirigentes de las organizaciones legalmente inscritas son incapaces de analizar la nueva realidad y de sacar las lecciones prácticas de ese análisis. Y los nuevos cuadros no cuentan con las herramientas para hacer ese análisis.
De allí que el tránsito, el camino desde este momento hasta el instante en que las masas hastiadas de tanta podredumbre decidan acabar con el viejo sistema capitalista, y opten por abrir la puerta de la revolución, obliga a tener un pie en la lucha electoral y otro firmemente puesto en la organización del pueblo para afrontar los futuros combates contra los golpistas fascistas militares, golpes que no usarán ninguna máscara democrática burguesa representativa, ningún Temer o Franco o Micheletti de por medio, ninguna ruptura democrática recompuesta con nuevas elecciones, sino un simple y abierto golpe militar fascista. Es la única salida que le va quedando al imperialismo en el Perú, su última carta a jugar son los cañones contra el pueblo, como en Libia, en Irak o en Siria.