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LA DEMOCRACIA DE LA
BILLETERA
DERECHO DE ELEGIR Y SER
ELEGIDO
Por: Arturo Muñoz
Constitucionalmente
todos gozan del derecho de elegir y ser elegidos. El derecho de elegir lo disfrutan
todos en el Perú a partir de los 18 años de edad; aunque nos falta ampliar este
universo de los electores reduciendo la edad para otorgar la capacidad civil de
elegir y ser elegido a los 16 años de edad. El derecho de ser elegido,
ese sí, más bien, no lo poseen todos, sólo lo ejercen quienes cuentan con una
buena cantidad de dinero (el 10 % de la población), por el alto costo de una
campaña electoral.
Al cerrarse el plazo
para la inscripción en los “partidos” (empresas electorales u organizaciones criminales
electorales lícitas) de los aspirantes a congresistas (diputados o senadores) y
a la presidencia y vicepresidencia de la república, la principal
preocupación de los propietarios de los “partidos” es conocer con cuánto dinero
cuentan los candidatos que se les acercan. No les interesa su
propuesta para la comunidad (Plan de Gobierno), su formación, su experiencia, sus
obras o realizaciones, ni mucho menos su ética.
Basta con que el
postulante muestre su billetera bien llena para aceptarlo como candidato. Es la democracia de la
billetera. Por ello, el derecho de ser elegido
depende de la cantidad de dinero que contenga la billetera, de allí, que el menú de candidatos va a
ser el mismo y con casi la misma gentuza en cada elección.
Para ser elegidos muchos candidatos se convierten en testaferros políticos de
los propietarios del dinero.
A sabiendas de que sólo los adinerados pueden ser
candidatos, la élite del poder le enrostra al pueblo haber elegido mal, le echan
la culpa una y otra vez al pueblo por los delincuentes que están en el gobierno
y en el Congreso. Es un argumento usado por los opresores
para defender la democracia de la billetera: hacen creer al pueblo
de que cambiando las personas ya no va a haber corrupción, las obras se harán,
la vida va a mejorar; pero, las caras cambian y todo
sigue igual, porque los candidatos sean hombres o mujeres, con profesión o sin
ella, jóvenes o viejos, ricos o pobres, casi todos son éticamente impresentables,
gente sin principios, amantes de hacer fortuna sin trabajar.
Examinemos la inútil
Constitución Política, a la que nadie respeta, en especial las élites del poder
y sus representantes en el gobierno y en el Congreso. Según los artículos 2 y
31 los pobladores del país cuentan con el derecho de participar en la vida
política:
Artículo
2. Toda persona tiene derecho:
17. A participar, en forma individual o asociada,
en la vida política, económica, social y cultural de la Nación. Los ciudadanos tienen, conforme a ley, los derechos
de elección, de remoción o revocación de autoridades,
de iniciativa legislativa y de referéndum.
Artículo
31. Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos mediante
referéndum; iniciativa legislativa; remoción o revocación de autoridades y
demanda de rendición de cuentas. Tienen también el derecho de ser elegidos
y de elegir libremente a sus representantes,
de acuerdo con las condiciones y procedimientos determinados por ley orgánica.
Es
derecho y deber de los vecinos participar en el gobierno municipal de su
jurisdicción. La ley norma y promueve los mecanismos directos e indirectos de
su participación.
Tienen
derecho al voto los ciudadanos en goce de su capacidad civil. Para el ejercicio
de este derecho se requiere estar inscrito en el registro correspondiente.
El
voto es personal, igual, libre, secreto y obligatorio hasta los setenta años.
Es facultativo después de esa edad.
La
ley establece los mecanismos para garantizar la neutralidad estatal durante los
procesos electorales y de participación ciudadana.
Es nulo y punible todo acto
que prohíba o limite al ciudadano el ejercicio de sus derechos.
Vivimos en una democracia ilegal, inconstitucional
porque si “es nulo y punible todo acto que prohíba o limite al ciudadano el
ejercicio de sus derechos”, de facto, de hecho, la limitación económica al
derecho de ser elegido pervierte la democracia, la hace de hecho ilegal porque
va en contra del principio constitucional de que nadie debe estar impedido de
ser elegido. Las preguntas que a toda persona que
desea participar en la vida política le hacen son ¿Cómo vas a financiar
tu campaña? ¿Quién va a financiar tu campaña electoral? Es
decir, si
no tienes dinero no puedes ser elegido porque la campaña
electoral cuesta de acuerdo al cargo que uno desee candidatear y al distrito
electoral en el que postule. Para regidor de una municipalidad pobre, la
campaña cuesta poco; para una municipalidad rica en presupuesto, el monto del
gasto es considerable; para gobernador la suma requerida supera varios
millones. Y, ni que decir, el costo de una campaña electoral presidencial es
ofensivamente multimillonaria.
Justamente por el gasto
en sus campañas Keiko Fujimori y Ollanta Humala vienen siendo procesados. Keiko
recibió millones de las empresas Odebrecht y Banco de Crédito del Perú para sus
campañas electorales, que perdió tres veces. Sin considerar que Odebrecht había
corrompido a funcionarios para ganar las licitaciones de obras, entre ellas la
carretera interoceánica y el gasoducto sur peruano ¿Qué pidió Odebrecht a Keiko
y Ollanta a cambio de tantos millones? Obviamente que le sigan otorgando
proyectos. Y el banco buscaba mantener las leyes a
su favor en contra de los ahorristas, evitar una severa
fiscalización para seguir realizando préstamos usureros, pagando intereses
mínimos por los depósitos que ejecutan los ahorristas. Favor con favor se paga.
Para ser candidato hay que vender el “partido”
a los millonarios y, así, conseguir los fondos para financiar
la campaña electoral. En consecuencia, lo anterior devela otro límite al
derecho de ser elegido, no sólo es el límite financiero, también se crea el límite ético.
Si
nadie regala un sol sin esperar nada a cambio, menos aportarán a un partido sin
poner condiciones a la donación. Te doy tanto dinero,
pero cuando llegues a la alcaldía, a la gobernación o a la presidencia me lo
devuelves con tantas obras. Si el candidato acepta las condiciones del
financista cae en la corrupción, pierde su integridad y será un político
corrupto más.
No hay financiamiento incondicional, por lo tanto,
no hay candidato que al ser financiado no se transforme en un corrupto.
Mientras los candidatos estén obligados a gastar poca o gran suma de dinero en
la campaña la democracia seguirá degenerando, pues, la billetera es la que manda.
El político deberá obedecer al dueño de
la billetera, caso contrario revocatoria, vacancia y cárcel.
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