domingo, 30 de agosto de 2009

LA CONQUISTA DEL ESTE

candela
Año 5 Nº 53
Arequipa, 2009, mayo 22.

LA CONQUISTA DEL ESTE
(y el ciclo largo de precios altos de las materias primas)
Defensa de la Amazonía y de los pueblos amazónicos

Por: Arturo Muñoz

¿Qué puntos pueden negociar las comunidades nativas y el gobierno profacista de la alianza APRA – Fujimorismo – Unidad Nacional? Ninguno. Es una negociación sin fundamentos en el pasado de agresión continua, con mentiras presentes y un futuro violento en contra de las comunidades nativas. La conquista del Este peruano es la trágica repetición de la conquista del Oeste norteamericano, allí la negociación fue un engaño como lo será ahora.

En el pasado cientos de miles de kilómetros cuadrados han sido deforestados por el narcotráfico, las transnacionales y las invasiones de colonos, con la presencia de estos tres entes el equilibrio de la Amazonía se quebró. Y a diferencia de las empresas capitalistas la naturaleza no se rescata con un puñado de dólares. Los daños son irreparables y no existen técnicas para devolver la vida a las especias extinguidas, para limpiar los ríos y para descontaminar culturalmente a las poblaciones nativas.

En el presente los decretos legislativos, algunos de ellos convertidos en leyes, son los instrumentos para legalizar la explotación hasta acabar con todas las riquezas de la selva peruana, incluso a los pueblos que hoy la habitan. La crisis mundial incrementa la ambición de los capitalistas por apoderarse de las riquezas amazónicas.

Para describir la Amazonía en el futuro sólo hay que ver lo que hoy es el territorio norteamericano, praderas convertidas en desiertos y tribus aborígenes exterminadas por las armas de los hombres blancos. O mirar al vecino Brasil y como las cientos de carreteras están desertificando el último pulmón de la Tierra, imponiendo la propiedad privada de la tierra para cultivos que inutilizan el suelo selvático, crianza de animales extraños a la Amazonía como los cebúes traídos de la India que desplazan otras especies mucho más ricas en sustancias alimenticias o para la elaboración de medicamentos.

La pregunta del primer ministro Yehude Simon está a la altura de las afirmaciones de su presidente Alan García: ¿Qué digan en que las leyes afectan a las comunidades nativas? Cuestiona Simon. O es una pregunta que responde a la táctica e intereses de las corporaciones capitalistas o sencillamente su capacidad no le permite ver lo obvio. En el caso del ministro del Medio Ambiente Antonio Brack se confirma que su compromiso con la defensa del ambiente está condicionada a cuanto personalmente gana, por ello no tuvo reparos en ser un contratado por la minera Yanacocha por unos dólares más. Y en el caso de la ministra de Justicia Fernández que sentencia que los habitantes no son dueños de nada en la selva porque son simples transeúntes, demuestra el nivel en el que está la justicia peruana, ministra que no entiende que ni su cuero es suyo.

Las riquezas de la selva peruana pertenecen a la Nación dice el inefable presidente García. Entonces que se haga un referéndum para saber que opinan los 28 millones de peruanos sobre cual debe ser el fin de esas riquezas, y que él no se arrogue la representatividad de la Nación, a la cual ni siquiera está dispuesta a defender pues los monopolios pinochetistas chilenos se pueden enojar si lo hace. Pues hasta el pueblo chileno tiene derecho a opinar como los pueblos suramericanos y del mundo sobre el futuro de la Amazonía. Los pueblos no los gobiernos, no los espurios representantes de la inerte democracia representativa.

TODA NEGOCIACIÓN SOBRE QUE HACER CON LAS RIQUEZAS DE LA AMAZONÍA TERMINARÁN EN PUNTO MUERTO POR CULPA DE LA AMBICIÓN DE LOS CAPITALISTAS. POR ELLO HAY QUE DEMANDAR A LAS ORGANIZACIONES DEL MUNDO ENTERO DEFENSORAS DEL HÁBITAT, DE LA ECOLOGÍA, DEL AMBIENTE. INVOCAR A LOS PUEBLOS VÍCTIMAS DE LA CONTAMINACIÓN DE LAS TRANSNACIONALES CAPITALISTAS DE LOS 5 CONTINENTES. A LOS POCOS GOBIERNOS, POQUÍSIMOS, CONSCIENTES DE QUE SE ESTÁ POR PERPETRAR UN CRIMEN DE LESA HUMANIDAD Y UN DESASTRE ECOLÓGICO, SE PRONUNCIEN Y ACTÚEN, ACTÚEN Y ACTÚEN A FAVOR DE LA DEFENSA DE LA AMAZONÍA. LA GUERRA CONTRA EL CAPITALISMO HA TENIDO REVESES Y HABRÁ OTROS, POR ENCIMA DE ELLOS LOS PUEBLOS DE LA TIERRA ESTÁN CONSTRUYENDO OTRO MUNDO. ES POSIBLE VENCER SI EXISTE UNIDAD DE LA PARTE DE LA HUMANIDAD CAPAZ DE ENCONTRAR UNA SALIDA A LA CATÁSTROFE A LA CUAL EL CAPITALISMO LLEVA A LA HUMANIDAD Y A LA NATURALEZA.


Defensa de la Amazonía y de los pueblos amazónicos

Así como al explorador William Frederick Cody lo apodaron Buffalo Bill, el presidente Alan García Pérez podría ser recordado como Sajino Vil. Cada periodo histórico procrea su Erostrato, su Calígula, su Felipillo, su Mateo Pumacahua, su Francisco Morales Bermúdez o su Alberto Fujimori. El resumen de todo lo acontecido con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y las razones de la actual huelga de las comunidades nativas de la selva peruana, es explotar los recursos naturales de las tierras propiedad de las comunidades nativas de la Amazonía peruana - y apoderarse de los conocimientos tradicionales que éstas poseen -, en el inicio de un ciclo largo de precios altos de materias primas, en especial del petróleo y el gas (la predicción de José Poal Marcet es de que el petróleo comenzará a subir de precio en los próximos meses, probablemente superando los US $ 200). Los ciclos alcistas de las materias primas duran un promedio de 20 años.

Muchos estudios pretenden demostrar el avance de la humanidad en todos los campos, pero puesta ante las mismas circunstancias del humano primitivo el comportamiento es el mismo, desmintiendo los resultados de los mismos. Cuando vieron la madera, el bisonte y el oro en las praderas y desiertos de Norteamérica en el siglo XIX los anglosajones exterminaron a las 94 tribus que las habitaban. El petróleo, la madera, el oro, el gas y la diversidad en flora y fauna de la Amazonía son tesoros que despertaron la ambición de los grandes capitalistas dueños de Pluspetrol, Petrobrás, Repsol, Hunt Oil y otras muchas que están dispuestas a exterminar a las 61 etnias de la Amazonía peruana.

Estados Unidos en vez de historia posee un oprobioso prontuario de exterminio de otros pueblos, tradición que respeta el presidente Barack Obama, que con dos actos dejó de ser la Esperanza Negra para convertirse en el Pinocho Negro (la continuación de los tribunales militares en contra de pobladores de Irak y Afganistán que resisten la invasión militar estadounidense y la prohibición de la publicación de las fotos sobre las torturas en la cárcel de Guantánamo, que significa poner como enemigo principal al terrorismo internacional para justificar las guerras por el petróleo y el agua, iniciadas por los presidentes Bush) . Y en nombre del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos la administración del presidente Obama dará protección a las corporaciones transnacionales para que destruyan la Amazonía. Por ello el silencio en todos los idiomas hasta ahora de los presidentes de Latinoamérica y del Caribe sobre los decretos leyes inconstitucionales dados por el gobierno de la alianza APRA – Fujimorismo – Unidad Nacional, que legalizan el desastre ecológico y el genocidio en la selva peruana. El temor al Imperio aún es fuerte, aunque en el caso de Brasil es complicidad, pues es política de Estado en ese país la destrucción de la Amazonía y el asesinato en masa de los pueblos nativos, política que enfrentó Chico Mendes que ofrendó su vida defendiendo los derechos de las pueblos amazónicos del Brasil, al igual que la Hermana Dorothy Stang de la congregación Notre Dame, eliminada de 6 disparos en Anapu, por la misma causa.

Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú representarán el papel del Regimiento VII de Caballería, encargado de proteger a los invasores de las tierras de las tribus norteamericanas, mineros que explotaban el oro y cazadores de animales sólo para quitarles la piel, y cuidar a los trabajadores que extendían los rieles de los ferrocarriles sobre incluso las tierras de las reservaciones que estaban bajo el amparo del gobierno estadounidense.

Los tratados firmados con las tribus nunca fueron respetados como sucederá con cualquier acuerdo al que lleguen las comunidades de la selva. Los capitalistas consideran la Constitución papel mojado en tinta, y los acuerdos sólo servirán para marear por un tiempo a los indígenas para luego hacer lo que les venga en gana en las tierras amazónicas con o sin permiso de las comunidades, con o sin respaldo legal.

Como se pierde la selva brasileña

"Una tierra sin hombres a los hombres sin tierra". Ofreció el presidente Medici de Brasil.

En su artículo ¿Quién era Chico Mendes?, Jorge Cappato, narra lo que pasa en la selva amazónica del Brasil:

Hacia 1970 el presidente brasileño Medici decide construir una carretera Transamazónica de 5.000 kilómetros para ofrecer "una tierra sin hombres a los hombres sin tierra". Sin embargo ni la tierra era fértil, ni estaba vacía: allí estaban los indios, los ribeirinhos, los seringueiros, gente que vivía de y cuidaba la selva. Las carreteras impactaron sobre 96 tribus. Sólo los nambiqwara, admirados por el antropólogo Lévi-Strauss, se redujeron de 20.000 a unos 650, después del trazado de la BR-364. El padre Turrini, misionero de Río Branco, reveló que de cada mil niños nacidos en Acre, 838 morían antes del primer año de vida.

La deforestación masiva y los incendios intencionales se extenderían durante las dos décadas siguientes alentados por los fazendeiros y los garimpeiros. Los bosques milenarios eran reemplazados por haciendas y fincas de dudosa rentabilidad y más dudosa duración. En Amazonia la expansión agrícola es insustentable, la hacienda es cebú importado de India - para las hamburguesas de los Mc Donald's de Texas, por ejemplo -; y cuando llueve el frágil suelo, desprotegido, se erosiona rápidamente. En pocos años las fincas abandonadas de Amazonia, como los campos agotados de Mato Grosso, se parecen a un semidesierto. Mientras, los indios y los seringueiros emigran para hacinarse en los ghettos de las chabolas y las favelas, desarraigados y sin trabajo.

En los años '70 se fraguaban y adulteraban títulos de propiedad, y se otorgaban títulos sin importar que fueran territorios indígenas o habitados durante décadas por familias de seringueiros. Los fazendeiros quemaban la selva para "ponerla a trabajar" mientras obtenían la propiedad sobre cientos de miles de hectáreas y reclamaban subvenciones estatales. Los incendios pasaron de esporádicos a masivos. En el paroxismo de la destrucción los aeropuertos se cierran por las humaredas. Rondonia y Acre ardían por los cuatros costados aprovechando cada año la temporada seca.

Acre, Rondonia y Mato Grosso son los Estados federales con los cuáles el Surperuano se conectará con el ramal V de la Interoceánica, construida por los gobiernos de Brasil y del Perú. Las burguesías de estos Estados brasileños son las que destrozaron el medio ambiente y eliminaron 96 pueblos nativos. Ese fue el impacto de la Transamazónica BR – 364. Ya tienen experiencia en la explotación de los pueblos nativos y de recursos naturales a cambio de nada y en usar cualquier medio para alcanzar sus objetivos económicos. Ese tipo de integración es negativa.

En Estados Unidos la historia fue la misma

En la tarde del 25 de junio de 1876, el campamento de los sioux y cheyenes fue atacado por el Regimiento del Séptimo de Caballería, a las órdenes del teniente coronel Custer, el famoso cazador de indios."Si yo quisiera, con el Séptimo de Caballería echaría a todos los indios del Continente a latigazos”.

En Mapahumano, el acápite referido a los Indios de Norteamérica aparece la historia de uno de los líderes indígenas más reconocido, la de Gerónimo:

Cuando los colonizadores estadounidenses comenzaron a llegar, los españoles ya estaban atrincherados en el área. Un giro en la vida de Gerónimo se produjo en 1858 cuando volvió a su hogar tras una excursión de comercio en Méjico y se encontró a su madre, esposa y a sus tres hijos asesinados por las tropas españolas. Esto le produjo tanto odio hacia los blancos que juró que mataría a todos los que pudiera.

Cuando a los Chiricahua les quitaron forzosamente (1876) la tierra de Arizona para recluirles en la reserva de San Carlos, Gerónimo huyó con una banda de seguidores a México, donde permaneció eludiendo a las tropas. Volvería a la reserva a los pocos meses.

Tras poco más de un año de vida en la reserva, intentando sobrevivir de la agricultura en una tierra árida, de arrestos de guerreros que, decían, alteraban el orden público y rumores de linchamientos indios; las tensiones estallaron debido al asesinato por parte de los soldados de un hombre medicina apache que predicaba la vuelta a la forma de vida ancestral de su gente. Gerónimo huyó con 35 guerreros y 109 mujeres, niños y jóvenes. La prensa sensacionalista exageró las actividades de Gerónimo durante esta época, creando la imagen del apache más temido y sanguinario.

Fueron enviados 5000 soldados (un cuarto de todo el ejército), 500 exploradores y aproximadamente 3000 soldados mejicanos para buscarle. El ejército comenzó a tomar represalias contra los apaches de la reserva para que Gerónimo se entregase. Finalmente sería encontrado por los exploradores apaches y se rendiría al general Miles el 4 de septiembre de 1886, acordando su traslado a Florida y la promesa de que a su gente se le permitiría volver a su tierra de Arizona (San Carlos).

En el momento de su rendición, sólo quedaban de la banda de Gerónimo 16 guerreros, 12 mujeres y 6 niños. La rendición final de Gerónimo fue la última acción de las guerrillas Indias de toda Norteamérica.

El gobierno incumplió su acuerdo y transportó a Gerónimo y a aproximadamente 450 hombres, mujeres, y niños a Florida a las prisiones de Fuerte Marion y Fuerte Pickens, incluyendo a los exploradores apaches que habían servido al ejército.

Un año después muchos de ellos se reubicaron en Alabama, donde aproximadamente una cuarta parte murió de tuberculosis y otras enfermedades. Gerónimo murió sobre el 17 de Febrero de 1909, siendo un preso de guerra, y sin que le hubieran permitido volver a su tierra natal.



Mensaje del jefe Seattle al presidente Franklin Pierce. Estado de Washington, 1855.

El gran Jefe de Washington nos envió un mensaje diciendo que deseaba comprar nuestra Tierra. El Gran Jefe también nos envió palabras de amistad y de buena voluntad. Es una señal amistosa por su parte, pues sabemos que no necesita nuestra amistad.

Pero vamos a considerar su oferta, porque sabemos que si no se la vendemos, quizá el hombre blanco venga con sus armas y se apodere de nuestra Tierra. ¿Quién puede comprar o vender el Cielo o el calor de la Tierra?

No podemos imaginar esto si nosotros no somos dueños del frescor del aire, ni del brillo del agua. ¿Cómo él podría comprárnosla? Trataremos de tomar una decisión.
Según lo que el Gran Jefe Seattle diga, el Gran Jefe en Washington puede dejarlo, del mismo modo que nuestro hermano blanco en el transcurso de las estaciones puede dejarlo.
Mis palabras son como las estrellas, nunca se extinguen. Cada parte de esta tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante aguja de un abeto, cada playa de arena, cada niebla en el oscuro bosque, cada claro del bosque, cada insecto que zumba es sagrado, para el pensar y el sentir de mi pueblo. La savia que sube por los árboles, trae el recuerdo del Piel Roja.

Los muertos de los blancos olvidan la Tierra en que nacieron, cuando desaparecen para vagar por las estrellas. Nuestros muertos nunca olvidan esta maravillosa Tierra, pues es la madre del Piel Roja. Nosotros somos una parte de la Tierra, y ella es una parte de nosotros. Las olorosas flores son nuestras hermanas, el ciervo, el caballo, la gran águila, son nuestros hermanos. Las rocosas alturas, las suaves praderas, el cuerpo ardoroso del potro y del hombre, todos pertenecen a la misma familia.

Por eso cuando el Gran Jefe de Washington, nos envió el recado de que quería comprar nuestra Tierra, exigía demasiado de nosotros. El Gran Jefe nos comunicaba que quería darnos un lugar, donde pudiéramos vivir cómodamente. Él sería nuestro padre, y nosotros seríamos sus hijos. Pero, ¿¿será posible esto alguna vez?? Dios ama a vuestro pueblo, y ha abandonado a sus hijos rojos.

Él ha enviado máquinas para ayudar al hombre blanco en su trabajo, y construye para él grandes pueblos. Él hace que vuestra gente cada vez sea más poderosa, día tras día. Pronto invadiréis la Tierra, como ríos que se desbordan desde las gargantas montañosas, por una inesperada lluvia.

Mi pueblo es como una corriente desbordada, pero sin retorno. No, nosotros somos de razas diferentes. Nuestros hijos no juegan juntos, y nuestros ancianos no cuentan las mismas historias. Dios os es favorable, y nosotros estamos como huérfanos.

Meditaremos sobre vuestra oferta de comprarnos la Tierra. No será fácil, porque esta Tierra es sagrada para nosotros. Nos sentimos alegres en este bosque. No sé por qué, pero nuestra forma de vivir es diferente de la vuestra.

El agua cristalina, que brilla en arroyos y ríos, no es sólo agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos nuestra Tierra, habéis de saber que es sagrada, y que vuestros hijos aprendan que es sagrada, y que todos los pasajeros reflejos en las claras aguas son los acontecimientos y tradiciones que refiere mi pueblo.

El murmullo del agua es la voz de mis antepasados. Los ríos son nuestros hermanos, ellos apagan nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos.
Si vendiésemos nuestra tierra tenéis que acordaros, y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos -y los vuestros-, y que tendréis desde ahora que dar vuestros bienes a los ríos, así como a otros de vuestros hermanos.

El Piel Roja siempre se ha apartado del exigente hombre blanco, igual que la niebla matinal en los montes cede ante el sol naciente. Pero las cenizas de nuestros antepasados, sus tumbas, son tierra santa, y por eso estas colinas, estos árboles, esta parte de la Tierra, nos es sagrada.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de pensar. Para él una parte de la Tierra es igual a otra, pues él es un extraño que llega de noche y se apodera en la Tierra de lo que necesita.

La Tierra no es su hermana, sino su enemiga, y cuando la ha conquistado, cabalga de nuevo. Abandona la tumba de sus antepasados y no le importa. Él roba la Tierra de sus hijos, y no le importa nada. Él olvida las tumbas de sus padres, y los derechos de nacimiento de sus hijos. Trata a su madre, la Tierra, y a su hermano, el Cielo, como cosas que se pueden comprar y arrebatar, y que se pueden vender, como ovejas o perlas brillantes. Hambriento, se tragará la tierra, y no dejará nada, sólo un desierto.
No sé, pero nuestra forma de ser, es diferente de la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace daño a los ojos del Piel Roja. Quizá porque el Piel Roja es un salvaje y no lo comprende. No hay silencio alguno en las ciudades de los blancos, no hay ningún lugar donde se pueda oír crecer las hojas en primavera y el zumbido de los insectos.

Pero quizá es porque yo sólo soy un salvaje, y no entiendo nada.

La charlatanería sólo daña a nuestros oídos. ¿Qué es la vida si no se puede oír el grito solitario del pájaro chotacabras, o el croar de las ranas en el lago al anochecer? Yo soy un Piel Roja y no entiendo esto.

El indio puede sentir el suave susurro del viento, que sopla sobre la superficie del lago, y el soplo del viento limpio por la lluvia matinal, o cargado de la fragancia de los pinos.

El aire es de gran valor para el Piel Roja, pues todas las cosas participan del mismo aliento: el animal, el árbol, el hombre, todos participan del mismo aliento. El hombre blanco parece no considerar el aire que respira; a semejanza de un hombre que está muerto desde hace varios días y está embotado contra el hedor.

Pero si os vendemos nuestra Tierra no olvidéis que tenemos el aire en gran valor; que el aire comparte su espíritu con la vida entera. El viento dio a nuestros padres el primer aliento, y recibe el último hálito. Y el viento también insuflará a nuestros hijos la vida. Y si os vendiéramos nuestra Tierra, tendríais que cuidarla como un tesoro, como un lugar donde también el hombre blanco sepa que el viento sopla suavemente sobre las flores de la pradera.

Yo soy un salvaje, y es así como entiendo las cosas. He visto mil bisontes putrefactos, abandonados por el hombre blanco. Los mataron desde un convoy que pasaba.

Yo soy un salvaje y no puedo comprender cómo el caballo de hierro que echa humo, es más poderoso que el búfalo, al que sólo matamos para conservar la vida.

Qué es el hombre sin animales? Si todos los animales desapareciesen el hombre también moriría, por la gran soledad de su espíritu. Lo que les suceda a los animales, luego, también les sucede a los hombres. Todas las cosas están estrechamente unidas.

Lo que le acaece a la Tierra también les acaece a los hijos de la Tierra. Tenéis que enseñar a vuestros hijos que el suelo que está bajo sus pies tiene las cenizas de nuestros antepasados.

Para que respeten la Tierra, contadles que la Tierra contiene las almas de nuestros antepasados. Enseñad a vuestros hijos lo que nosotros enseñamos a los nuestros: que la Tierra es nuestra madre.

Lo que le acaece a la Tierra, les acaece también a los hijos de la Tierra. Cuando los hombres escupen a la Tierra, se están escupiendo a sí mismos. Pues nosotros sabemos que la Tierra no pertenece a los hombres, que el hombre pertenece a la Tierra. Eso lo sabemos muy bien, Todo está unido entre sí, como la sangre que une a una misma familia.

Todo está unido.

El hombre no creó el tejido de la vida, sólo es una hilacha. Lo que hagáis a este tejido, os lo hacéis a vosotros mismos. No, el día y la noche no pueden vivir juntos.

Nuestros muertos siguen viviendo en los dulces ríos de la Tierra, y regresan de nuevo con el suave paso de la Primavera, y su alma va con el viento, que sopla rizando la superficie del lago.

Consideramos la posibilidad de que el hombre blanco nos compre nuestra Tierra.

Pero mi pueblo pregunta: qué es lo que quiere el hombre blanco? Cómo se puede comprar el Cielo, o el calor de la Tierra, o la velocidad del antílope? ¿Cómo vamos a venderos esas cosas y cómo vais a poder comprarlas? ¿Es que, acaso, podréis hacer con la Tierra lo que queráis, sólo porque un Piel Roja firme un pedazo de papel y se lo dé al hombre blanco?
Si nosotros no poseemos el frescor del aire, ni el brillo del agua, ¿cómo vais a poder comprárnoslo? ¿Es que, acaso, podéis comprar los búfalos cuando ya habéis matado al último?

Consideraremos vuestra oferta. Sabemos que si no os la vendemos vendrá el hombre blanco y se apoderará de nuestra Tierra. Pero nosotros somos unos salvajes.

El hombre blanco que va en pos de la posesión del poder, ya se cree que es Dios, al que le pertenece la Tierra. ¿Cómo puede un hombre apoderarse de su madre?

Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestra Tierra. El día y la noche no pueden vivir juntos. Consideraremos vuestra oferta de que vayamos a una reserva. Queremos vivir aparte y en paz. No importa dónde pasemos el resto de nuestros días.

Nuestros hijos verán a sus padres sumisos y vencidos. Nuestros guerreros estarán avergonzados. Después de la derrota pasarán sus días en la holganza, y envenenarán sus cuerpos con dulce, comidas y dulce, bebidas.

No importa dónde pasemos el resto de nuestros días. No quedan ya muchos. Sólo algunas horas, un par de inviernos, y no quedará ningún hijo de la gran estirpe que en otros tiempos vivió en esta Tierra, y que ahora en pequeños grupos viven dispersos por el bosque, para gemir sobre las tumbas de su pueblo, que en otros tiempo fue tan poderoso y lleno de esperanza como el vuestro.

Pero, por qué consternarse por la desaparición de un pueblo? Los pueblos están constituidos por hombres. Es así. Los hombres aparecen y desaparecen como las olas del mar. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios camina a su lado, y habla con él, como el amigo con el amigo, puede librarse del común destino. Quizá seamos hermanos. Esperamos verlo.

Sólo sabemos una cosa -que quizá un día el hombre blanco también descubra-, y es que nuestro Dios, es el mismo Dios suyo, Vosotros, quizá, penséis que le poseéis -igual que tratáis de poseer nuestra Tierra-, pero no podéis. Es el Dios de todos los hombres, lo mismo de los Pieles Rojas que de los blancos. Aprecia mucho esta Tierra y el que atente contra ella significa que desprecia a su Creador.

También los blancos desaparecerán, y quizá antes que otras estirpes. Continuad contaminando vuestro lecho y una noche moriréis en vuestra propia caída. Pero al desaparecer brillaréis por el fuego del poderoso Dios, que os trajo a esta Tierra, y que os destinó a dominar al Piel Roja en esta Tierra.

Este destino es para nosotros un enigma. Cuando todos los búfalos hayan muerto, los caballos salvajes hayan sido domados, y el rincón más secreto del bosque haya sido invadido por el ruido de muchos hombres, y la visión de las colinas esté manchada por los alambres parlantes, cuando desaparezca la espesura, y el águila se haya ido, esto significará decir adiós al veloz potro y a la caza.

El final de la vida -y el comienzo de la otra vida. Dios os concedió el dominio sobre estos animales, los bosques y los Pieles Rojas por un determinado motivo. Y es motivo es un enigma para nosotros.

Quizá podríamos comprenderlo si supiésemos qué es lo que sueña el hombre blanco, qué ideales ofrece a los hijos en las largas noches invernales, y qué visiones arden en su imaginación, hacia las que tienden el día de mañana.

Pero nosotros somos salvajes, los sueños del hombre blanco nos están ocultos, y porque nos están ocultos nosotros vamos a seguir nuestro propio camino.

Pues, ante todo, nosotros estimamos el derecho que tiene cada ser humano a vivir tal como desea, aunque sea de modo muy diverso al de sus hermanos. No es mucho lo que nos une.
Consideraremos vuestra oferta. Si aceptamos es sólo por asegurarnos la reserva que habéis prometido. Quizá allí podamos acabar los pocos días que nos quedan viviendo a vuestra manera.

Cuando el último Piel Roja de esta Tierra desaparezca y su recuerdo sea solamente la sombra de una nube sobre la pradera, todavía estará vivo el espíritu de mis antepasados en estas orillas y estos bosques.

Pues ellos amaban esta Tierra, como ama el recién nacido el latido del corazón de su madre. Si os llegáramos a vender nuestra Tierra, amadla, como nosotros la hemos amado. Cuidad de ella, como nosotros la cuidamos, y conservad el recuerdo de esta Tierra tal como os la entregamos.

Y con todas vuestras fuerzas, vuestro espíritu y vuestro corazón, conservadla para vuestros hijos, y amadla, tal como Dios nos ama a todos. Pues hay algo que sabemos, que Dios es el mismo Dios.

Esta Tierra es sagrada para Él. Ni siquiera el hombre blanco se puede librar del destino común.

Quizá somos hermanos. Esperamos verlo.

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