domingo, 30 de agosto de 2009

PARTICIPACIÓN POPULAR Y CAMBIO SOCIAL

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Año Nº 3 Nº 11

Arequipa, 2007, febrero 19.

PARTICIPACIÓN POPULAR Y CAMBIO SOCIAL

Arturo Muñoz

Es más fácil eliminar el hambre de los humanos que la maldad de sus corazones. Marcel Marceau.

Todo lo que existe merece perecer. G. W. F. Hegel

Inevitabilidad del cambio social

Maquiavelo en Discursos explica la teoría polibiana de los ciclos inevitables, usando términos de la época, dice que todas los comunidades son originalmente gobernadas por príncipes que, al ser hereditarios, degeneran en tiranos, provocando así conjuras de parte de la aristocracia en contra de ellos; los aristócratas implantan sus propios gobiernos, que pronto degeneran en oligarquías, provocando conspiraciones de parte de las masas. Éstas implantan democracias, que a la postre conducen a la anarquía, lo cual les persuade a retornar a la posición inicial de gobierno por un príncipe.

Cree que estas inevitables etapas de corrupción y declinar pueden evitarse mediante el establecimiento de una forma mixta de régimen republicano, ya que esto permite que las fuerzas de las tres formas puras de gobierno se combinen, sin sus concomitantes flaquezas.

Aunque tomando la perspectiva más vasta sobre los asuntos humanos Maquiavelo concluye, con tanto pesimismo como Marceau, que la fortuna se hace cargo de todo. Acepta la creencia humanista en que ocurren muchos acontecimientos y suceden muchos infortunios contra los cuales los cielos no han querido que se tomen medidas, que la historia en conjunto es testigo de que los hombres pueden secundar su fortuna, pero no oponérsele y que pueden actuar de acuerdo con sus órdenes, pero no infringirlas.

Boccalini avanzando entre las ruinas de la tradición republicana a finales del siglo XVI en Consejos desde el Parnaso pone en escena a todos los principales potentados de la Tierra que se encuentran ante el censor público de los asuntos políticos, para ser condenados por turnos por no haber dado a sus ciudadanos ni la menor apariencia de un gobierno sano y eficaz. Toda la época aparece condenada como aquella en que la virtú es ya irreconocible y, de ser reconocida, ya no se le práctica.

Guicciardini en Máximas y Reflexiones y la Historia de Italia reconoce que todas las ciudades, todos los estados, todas las regiones son mortales y que todo, sea por naturaleza, sea por accidente termina en algún tiempo a pesar de los esfuerzos que podamos hacer para impedir este desplome último. Se concentra en reconfortar a quienes, como el mismo, se encuentran viviendo en las etapas finales de la existencia de su país, del fin de las libertades republicanas. Hegel, sin la pasión contra la diosa Fortuna de Guicciardini, establece un axioma a partir de la experiencia vital: todo lo que existe merece perecer.

Contrastando con Polibio y Maquiavelo la sociedad actual perecerá para iniciar un nuevo ciclo de construcción de una estructura superior a la antigua. El cambio social es inevitable de acuerdo con Hegel.

La participación del pueblo produce el cambio social

Al momento de discutirse la Ley de Reforma Constitucional sobre Descentralización Nº 27680 y, posteriormente, la Ley de Bases de la Descentralización Nº 27783, en enero y agosto del 2002 respectivamente, la APRA y Unidad Nacional (UN) votaron en contra de la los artículos que permiten la participación del pueblo en el Gobierno Regional y el Gobierno Municipal (la reforma constitucional del artículo 191 crea el Consejo de Coordinación Regional integrado por los alcaldes y representantes de la sociedad civil, como órgano consultivo y de coordinación con las municipalidades).

La Ley Orgánica de Municipalidades Nº 27972 señala que el Plan de Desarrollo y el Presupuesto Participativo municipales deben ser concertados (art. 97), para lo que se crea el Consejo de Coordinación Local y Provincial, órganos de coordinación y concertación (arts. 98 al 105). Esta ley publicada en mayo del 2003 fue discutida con la oposición del APRA y de UN a dar un carácter decisivo y vinculante a las decisiones del los consejos de coordinación, los planes de desarrollo y los presupuestos administrativos aprobados por esta instancia sólo son orientadores, aún más la sociedad civil sólo tiene el 40% de los puestos en los consejos de coordinación.

Mutilado el principio de participación popular en la práctica los presidentes regionales y los alcaldes nominaron a los representantes de la sociedad civil de su confianza, terminando con la posibilidad de una participación del pueblo en las decisiones de los gobiernos regionales y municipales. La participación popular establecida en la Constitución y las leyes es un camino sin destino que permite guardar la faz de un supuesto espíritu participativo.

¿Por qué la desconfianza al pueblo? Guicciardini nos da la respuesta en Consideraciones sobre los Discursos de Maquiavelo, al cual ataca enconadamente, arguyendo que el cuerpo de ciudadanos no es capaz de decidir cuestiones de gran importancia, ya que se caracteriza por su imprudencia e inconstancia, afán de cambio, desconfianza desordenada e infinitos celos de todos los que tienen dinero y categoría. Toda república que deje al pueblo decidir sus asuntos pronto entra en decadencia, pues inevitablemente se volverá inestable, siempre deseosa de cambio, además de ser fácil de engañar y de desencaminar por hombres ambiciosos y traidores. No se ha de dar al pueblo poder en ninguna cuestión importante. Debe ponerse el dominio de la república en manos de hombres idóneos que ciertamente la guiarán con mayor inteligencia y prudencia que una multitud, pues es seguro que poseen mayor prudencia y buenas cualidades. Opina de la misma manera Vergerio, quien dice que el gobierno de la multitud sólo produce tumultos, con el interminable interjuego de los partidos, el continuado saqueo de la propiedad y la perenne amenaza de la guerra civil.

Lo que llama la atención de la argumentación de Guicciardini es la descalificación del pueblo para gobernar por su afán de cambio, todas la demás acusaciones las puede recibir por igual la nobleza o cualquier otra clase social, por ser vicios humanos. El afán de cambio social y político es un deseo colectivo del pueblo. Este es el verdadero temor de los partidos conservadores la APRA y UN (también Somos Perú, Sí Cumple, Acción Popular) para limitar la participación popular en la toma de decisiones sobre políticas de Estado y la gestión pública, que el pueblo inicie cambios radicales que cuestionarían el poder establecido.

La representatividad política se inicia, según el jurista Giulio Pomponio (La soberanía del patriciado romano), sólo porque resultó difícil reunir a todo el pueblo, entonces permitieron que el ejercicio de su autoridad soberana fuera transferido primero al senado y después a los emperadores. Pero la población pudo ser organizada en grupos de manera que pudieran seguir manteniendo la soberanía, es probable que en los representantes surgiera el deseo de distanciarse de quienes los eligieron y aprovecharan el crecimiento natural de la ciudad para justificar la usurpación de la soberanía al pueblo. En su origen la representatividad tuvo un lado espurio el cual le ha hecho entrar en crisis.

Sin embargo, en el Tratado sobre el gobierno de la ciudad de Florencia, Savanarola, pone su fe en la eficacia de las instituciones arguyendo que la única solución segura se encuentra en tratar a todo el cuerpo de ciudadanos como suprema autoridad en todos los asuntos políticos. Siendo demasiado difícil que todo el pueblo celebre reuniones cada día, será necesario instituir un Consejo compuesto por cierto número de ciudadanos que gocen de autoridad de toda la población. El pueblo simplemente delega sus facultades al establecer semejante Consiglio grande, y así concluye que la conservación de la libertad depende, ante todo, de asegurar que los ciudadanos y su gobierno sigan siendo uno y el mismo. La crisis de la representatividad se produce cuando los ciudadanos ya no son uno con el gobierno, y los gobiernos en la reciente historia republicana peruana sencillamente no representan los intereses del pueblo, agravada por la perversión militarista de participar directamente en el gobierno degenerando en dictaduras cívico militares, al estilo de la vivida entre 1992 y el 2000 el periodo fujimontesinista, o dictaduras militares como la de Francisco Morales Bermúdez entre 1975 y 1980. De los 186 años de existencia de la República del Perú, la república pasó alrededor de 50 años bajo gobiernos democráticos, los otros 136 años son responsabilidad de las Fuerzas Armadas que hasta el momento la historia no les ha hecho rendir cuentas.

Igualmente, Maquiavelo no duda en afirmar, con la vehemencia que lo caracteriza, que el gobierno por el pueblo es mejor que el gobierno de los príncipes. El populacho, dice, muestra su ingratitud hacia los ciudadanos mucho más rara vez que los príncipes. El pueblo con respecto a formar una opinión falsa siempre comete menos errores que los príncipes. El pueblo por lo general hace una elección mucho mejor que un príncipe en la elección de los magistrados. En general, el pueblo es más prudente, más estable y de juicio más sano que los príncipes, siendo culpable de menos faltas y, por consiguiente, se debe tener más confianza en él. Esta fuera de duda que sólo cuando el pueblo en general es encargado del gobierno, se atiende adecuadamente al bien común ya que todo lo que promueve se realiza.

Por lo tanto, la posibilidad de que esta no sea otra oportunidad perdida para el Perú es que la participación popular se de plenamente en todos los niveles de gobierno, partipación popular entendida como la devolución de la soberanía al pueblo y no como se establece en la ley como observador sin capacidad de decisión.

Algunas medidas para avanzar en la reconquista de la soberanía del pueblo

En vista de que los planes de desarrollo, los presupuestos participativos, las observaciones de la sociedad civil son archivados por los representantes elegidos en las elecciones regionales y municipales, hay que tomar medidas para que esto no continúe. Primero, modificar el sentido de la participación popular de ser sólo de coordinación y concertación sea cualitativamente decisoria. De tal manera que los gobiernos regionales y municipales son organismos de ejecución. Además es necesaria una amplia participación popular a través de instrumentos como los cabildos abiertos de obligatoria convocatoria trimestral en los distritos y de asambleas de ancha base en el ámbito provincial y regional. En segundo lugar que no exista ningún documento secreto. El representado tiene mucho más derecho a conocer todo que el representante. Existe una perniciosa inversión de la representatividad, los representantes le han usurpado el imperium al pueblo, la soberanía ya no descansa en el pueblo, los gobernantes se la han apropiado a favor de los poderes fácticos, manteniendo a los electores en la más completa ignorancia sobre los asuntos regionales y municipales (esta perversión es más grave en el gobierno central, en el cual el presidente concentra las decisiones). En tercer lugar, sancionar quitándole sus derechos civiles a quienes hayan incumplido con sus responsabilidades como gobernantes. Esta es una sanción política independiente de la jurídica. Es tomada por la propia sociedad civil en cabildos abiertos o asambleas regionales de ancha base y ratificadas en referéndum. Con en el engaño de que el pueblo sanciona a los gobernantes en las elecciones cada 4 ó 5 años, los que han lucrado con la función pública gozan de buena salud y aún pretenden ser reeligidos.

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